Cámaras de Eco

 

Cámaras de Eco

 

Mis redes son pequeñas

Hacen poco ruido

Como un penal de abejas;

Otros son criaderos, cajones de panales

El feedbac se vuelve circular

Publicidad?

Spam?

Crecimiento paulatino?

Me siento en una cámara de eco

Mi mensaje reverbera y vuelve a mi

Solo me adentro en la caverna

Como método de creación

Y es frustrante

Pero 

 Tal vez sea lo mismo a gran escala:

Hay cámaras de eco enormes

Que se replican a sí mismas.

Tal vez, el escuchar de vuelta mi propio sonido

Me mantenga cerca

De mi propia voz

Y mi creación

Sea más sincera

O al menos eso quiero creer

 

 

   Hace unas semanas, intenté plasmar una idea que tuve para escribir y publicar acá, pero como no tenía el tiempo de sentarme frente al computador o para tomar una libreta y anotar con calma, sin que me interrumpieran, hice lo posible por cuajar la idea en una lluvia, que, tras terminar, me dejó bastante sorprendido, gratamente sorprendido.

   La idea era hablar sobre las cámaras de eco, este fenómeno (no tan curioso, la verdad…) en que solemos caer en internet, sus redes y nuestras interacciones, pues, muchas veces creemos que al escribir un mensaje o replicar uno ya existente, podemos ayudar a generar ruido, hacernos escuchar a gran escala, cual, si fuésemos participantes de una manifestación masiva en el corazón de una gran urbe, y la realidad no puede ser más triste…

   Porque, si miramos nuestras pequeñas redes de pesca y las comparamos con las que tienen otras personas como nosotros, participantes destacados en el ámbito, artistas, influencers o grandes empresas, encontramos la existencia de grandes barcos pesqueros, ante los cuales no podemos hacer mucho, casi nada, cayendo en un espiral de frustración, autocompasión y derrotismo.

   Entonces pensamos (sin materializarlo la mayor parte del tiempo) en contratar publicidad; replicar el mensaje en el resto de nuestras redes, pedir ayuda a famosos y famosillos, entre muchas medidas desesperadas, de las cuales, la más humilde y aterrizada es el crecimiento paulatino a través de la constancia.

   Y sí, sería ideal, sería genial que este último medio nos llevara al éxito, aunque tomase años, que a estas alturas es casi una vida ante la inmediatez de la vida virtual. No obstante, esto no siempre sucede: la mayor parte de las veces, en realidad, como le sucede a Jimmy McGill en su intento de erguirse como un abogado respetable, el camino se vuelve un uroburos lleno de cansancio, frustración y bueno, el final ya está más que claro si imitamos (aunque sea someramente) a Saul.

   Finalmente, termino llegando a la conclusión de que hasta esas grandes empresas e influencers caen en lo mismo, solo que logran redituar mucho más, pero en esencia, también crean cámaras de eco, que se replican a través de la venta de datos, de los que nosotros ponemos a su disposición al aceptar las condenadas galletas y los términos y condiciones de cada aplicación, pero, al fin y al cabo, siguen siendo redes, cámaras vacías de sentido y que no logran comunicar algo relevante, algo genuino.

   Es así como llego al final de mi tormenta de ideas, entendiendo que luchar contra estas cámaras no es la solución, o al menos la solución más inmediata para mí. Y es que, por lo menos ahora tengo el coraje de sacar la voz, dejarla reverberar por donde quiera, incluso hacia mí mismo.

   Porque considero importante el no dejar de escucharme, seguir fiel a mí mismo y mi creación, aún si eso no me lleva mucho más lejos, porque así al menos sabré que siempre me tuve, que siempre fui sincero, y eso en última instancia es lo que importa.

   O al menos, eso es lo que quiero y he elegido creer.

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