Bloqueo, retrovisor y expectativas

 

   Estoy pasando por un bloqueo de escritor a causa de una gran cuota de estrés, y lo peor de todo, es el saber que quiero escribir, que quiero seguir desarrollando mis proyectos, pero que estos se me resisten, más allá del no tener tiempo (que es el principal impedimento), del cansancio que me separa de los pocos minutos que tengo (el segundo impedimento) y del temor a no ser capaz de dar la talla.

   Sé que siempre existirán momentos como este, en que sí, puedo seguir soñando, puedo seguir armando historias en planificación al menos, que es algo que nunca he parado de hacer, aun cuando dejara de escribir por largos periodos.

   Pero la verdad, tengo una sensación de apremio que me persigue, cual si tuviese miedo a oxidarme, miedo a perder el toque, a ir empeorando con el pasar de los días sin escribir… es una sensación que no le deseo a nadie, que creo, se relaciona con el hecho de afrontar la vida adulta y sus obligaciones, al tiempo que me vuelvo consciente de que me hago viejo, que ya no veo las cosas de la misma forma (lo cual no es malo, ni de lejos), que ahora miro hacia atrás y me doy cuenta de lo prolífico que he sido en verdad, topándome con algo que hasta ahora, no había considerado para nada.

   Es cierto, los proyectos que he terminado han sido pocos, y gracias a Tehlu, Aim, y todos los dioses ficticios que conozco, los otros no es que los haya abandonado, no, solo, no he tenido tiempo o he dado prioridad a otros. Pero ya, en serio, tras revisar mis documentos, mis carpetas y las ideas que llevo amansando por cosa de 15 años, me encuentro con que, en el plano de las ideas, de los proyectos iniciados, no recuerdo en qué momento escribí tantas páginas.

   No, no hablo de miles y millones de páginas, porque siempre he sido un escritor lento, de pocas páginas, mas, el saber que tantos proyectos abordan cincuenta páginas o más, me hace pensar que todo ese tiempo que me mantuve sin terminar algo no fue en vano, lo que trae a mi memoria una charla que vi hace cosa de medio año que hablaba sobre la multitarea en cámara lenta. Un concepto interesante que postula que la multitarea como la conocemos, en los tiempos frenéticos que corren no es un enfoque adecuado. El problema no es que no seamos capaces de realizar varias tareas, el asunto es el tiempo que les dedicamos.

   Y es que, para que un proyecto salga bien, no siempre debemos terminarlo en poco tiempo (a lo cual nos tiene acostumbrado el mundo de internet y las redes sociales). Es mejor tomar el tiempo necesario para permitir que las ideas maduren, que se pudran incluso, que fermenten y destilen, al tiempo que nosotros lo vamos haciendo.

   De todas maneras, puedo decir con tranquilidad, sin temor a equivocarme, que, si pudiese hablar con mi yo de quince años, ese estudiante secundario flaco y desgarbado que apenas era consciente de su aspecto, podría decirle con orgullo que sí, nos hemos tomado nuestro tiempo para lograrlo, y que sí, aún queda camino por recorrer, pero al menos ya empezamos, hemos publicado varios relatos y una novela. Sí, tengo 30 años y hay autores de 18 o menos que ya llevan varios libros, pero ese no somos nosotros. Nosotros somos también ese universitario muerto no hace tanto que todo lo que quería era escribir literatura, y podríamos decirle a su vez que vamos por buen camino, que sus pesares, que nuestros pesares han servido.

   Ahora regreso a esta misma página, que enfrentaba lleno de nervios, y veo que sigo siendo lo que siempre he soñado, un humano después de todo, que solo quiere escribir literatura.

Comentarios

Entradas populares