Cambios
Siento que estoy en un momento complicado, que bien puede ser muy normal, casi necesario. Herbert dijo que no había un momento peor en la vida que aquel en que entiendes que tu padre es un hombre, hecho de carne humana. Pues, yo digo que hay otro momento igual de portentoso: cuando descubres que tu familia se conforma de seres humanos.
Y las implicancias son muchas, y pesan como un saco de piedras, más aún cuando te ves en la encrucijada de formar la tuya propia.
Sí, es un camino que ya había comenzado, pero no tenía la misma visión que tengo ahora… me hace pensar mucho en la familia de un amigo y su decisión de alejarse del resto, concentrándose en un núcleo que solo los considera a ellos…
Confieso que quería lo mismo para la mía en su momento, con la diferencia de que nunca fue posible, y ahora que lo es, ya es hora de marchar.
Lo que intento hacer y decir, por lo que quiero abogar es un concilio, un equilibrio entre las distintas realidades que nos conforman, dejando en el centro solo lo importante para cualquier relación y su sustento: el amor.
Porque el amor te hace hacer muchas cosas, sacrificar, aferrarse, dejar ir, y un largo e infinito etc. Por esto, creo que el amor debe poner a cada quien en su lugar dentro de tu mundo o en su periferia.
Yo solté o deseché a mucha gente, y por múltiples razones, que es donde creo que se encuentra la nebulosa, la parte confusa y que nos hace despegar los pies de la realidad a causa del miedo al cambio. No solo debes dejar ir, mutar tu amor a una nueva forma por el amor que profesas hacia los demás, hacia esas personas que merecen un lugar mejor, o en última instancia, solo otro lugar; también se debe soltar por amor propio, porque lo que esa persona trae a tu vida no te hace bien, porque mereces paz y tranquilidad.
Me encuentro en ese instante preciso, que se siente como cortar una extremidad gangrenada que no siempre percibiste de esa forma. Y entender, ver al fin las cosas en todo su espectro es doloroso, como la vida misma. Más, no puedes aferrarte a ese brazo podrido solo por un recuerdo de cuánto significó, porque ese concepto vive en el pasado, no es parte del presente, y no importa cuanto te esfuerces en mantenerlo ahí, yo creo que la mejor opción es amputarlo, pero no de la manera convencional.
Siempre puede quedar un fragmento, una falange que resulte positiva y que merezca el esfuerzo conservar, por eso, pienso que lo más inteligente es cortar aquellas hebras que están muertas y no son tu responsabilidad, aún si eso implica dejar el hueso expuesto, desnudo incluso. Porque de ese trozo y a la distancia, el tejido puede sanar, porque serás tu quien sane.
Y duele, y asusta, como todo llamado a la aventura y por ende al crecimiento. Te ves desnudo frente al mundo, en un lugar extraño y nuevo donde todo puede suceder, repito, todo puede suceder, tanto lo malo como lo bueno. No obstante, la opción de quedarse sigue sonando bien, tranquilizante, conocida…
Leí la saga de los Robots de Asimov hace ya casi cinco años, y su enseñanza ahora toma un matiz distinto y embriagante. A veces es necesario despegarnos de la raíz para crecer, de otro modo podemos estancarnos, incluso caer en la metástasis.
Y a esa enseñanza sumo la de Herbert, con su letanía del miedo, porque es cierto, el miedo mata la mente.
¿Cuál es entonces mi conclusión, mi enseñanza y reflexión?
No caigas presa del miedo ante la llamada al cambio que trae consigo la adversidad, pues, solo desde el otro lado sabrás si valía la pena o no, y, sorpresa, ese cambio puede traer consigo uno nuevo, y otro, y otro, ad infinitum.
Y no es que yo sea el mejor ejemplo, porque como escribí hace años, todos mis huesos tienen miedo de la vida. La diferencia está en que, a pesar de ese miedo, estoy dispuesto a vivirla.
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