Visita
Hoy visité a una vieja amiga, más que nada para aprovechar mi tarde libre, ya que mi hijo fue con su mamá a un cumpleaños familiar. Mi idea era hablar un rato, conversar sobre la vida, un poco sobre mis proyectos y de pronto, sin saber en qué momento, me vi transportado más de diez años en el pasado, a cuando aún estaba en la escuela y hacía esas visitas, cuando conversábamos de los planes, del colegio, nos contábamos romances, entre mil otras cosas.
Una nostalgia genuina me embargó, mientras pensaba en cómo ha pasado el tiempo, y cada quien ha tomado su camino y cómo las cosas cambian para cada uno. Pensé en cuánta historia ha recorrido esa amistad, desde la edad de 11 o 12 años, cuando aún no existía, y los roces que existieron, hasta llegar a una amistad sincera e inesperada.
Siempre he admirado su calma, y la soltura con que se mueve, con una seguridad que al menos desde fuera me inspiraba fortaleza. Me acuerdo de cuánto ha significado su amistad, no solo en términos temporales o de cariño, sino de las sutiles implicancias que me trae, pues, la escritura comenzó a formarse como algo serio para mí, un proyecto que no tuve nunca contemplado hasta aquel momento gracias a ella, y veo cuánto ha cambiado eso, cuán importantes se volvieron las letras, hasta convertirse en algo intrínseco en mí.
Durante la velada, en varios momentos me dejé llevar por reflexiones que no podía verbalizar, y pude sentir el tiempo, de una forma gentil, aunque desgarradora. Creo que, con los años, esta actitud contemplativa va tomando cada vez más espacio en mi interior, disfrutando un silencio casi imperceptible, rastreando ideas, intuyendo matices y capturándolos. Y me pregunto si es algo normal, si es algo que todos experimentan o si solo yo logro detener el tiempo sin hacerlo, para observar las cosas silenciosas; un cariño subterráneo, una risa sincera y comedida, un estar tan pleno que no quiero cortarlo, demorando el fin en la medida de lo posible.
En varios momentos me sentí presa de las lágrimas, pero las reprimí, más por no incomodar que por otra cosa, pues mi sentimiento podía ser mal interpretado. Aunque lo cierto es que miraba los rostros, y podía sobreponer en ellos los cambios, el pasado y sus transiciones, como en el vídeo de Smile like you mean it, y reitero: no sé si estaré siendo presa de una nostalgia fuera de lugar, difícil de entender, o si, muy por el contrario, era algo justo y necesario.
Puede también que el cambio de folio me esté afectando, tratando de hacer calzar distintos puntos, conectarlos, en un análisis (tal vez) prematuro de todo lo vivido, pero si pienso un poco en ello, siempre he sido así. Siempre he intentado comprender, diseccionar las vivencias y los pensamientos, para encontrar cosas que no busco, pero que sé que necesito, y que son esenciales.
Ahora solo me queda agradecer, dar gracias por estos momentos, la comida, las risas y la compañía, y dejarme sentir, permitir que la nostalgia se apodere de mí, para dejar salir las flores que pueda germinar.
Gracias, S. S.
Comentarios
Publicar un comentario