Tristeza
Hoy la emoción que parece predominar en mi centro es la tristeza. Una pena refinada, matizada, pues parece provenir de elementos que no me dañan realmente, a pesar de lo cual, contrario a lo que esperaba, sí me afectan.
Durante el último tiempo, la inmediatez, y la aparente fugacidad de las comunicaciones virtuales me han hecho pensar sobre qué tan real es todo este mundo virtual; dónde empieza lo digital y donde empieza la carne, la experiencia del verdadero contacto social. Es cierto, he podido experimentar cosas nuevas gracias a este distanciamiento obligado y claustrofóbico, analizar la profundidad y naturaleza de mis lazos, y saberme solo al mismo tiempo, aunque no de una forma negativa.
Como ya he dicho en entradas anteriores, el aprender sobre ese vacío y obscuridad interior, buscar la propia luz me ha servido mucho, me ha dado una paz que jamás experimenté antes, por más que me esfuerzo en explorar mi pasado. Sin embargo, las relaciones interpersonales son mucho más complejas que eso, y por mucha claridad que pueda tener sobre mi raciocinio, siempre que entran elementos externos a la ecuación, todo se vuelve un caos.
Y es que el auto concepto es algo tan difícil de construir, que resulta endeble a ratos e indestructible luego…
Somos seres multidimensionales, repletos de facetas y capas (como dice Shrek), y comprender cada una de esas facetas y capas, ponerlas en su lugar y en la prioridad precisa es un trabajo de nunca acabar.
Tengo muy claro mi centro, sé los motivos que me impulsan, y sé también quienes están ahí siempre, sirviendo como intermediarios o simples oídos dispuestos. No obstante, mi constante conflicto con el ser humano me desconcierta, pues, he llegado a comprenderlo hasta cierto punto, pero cada vez que doy con las respuestas, algo hace que cambien las preguntas.
Me gusta el desafío, pues me considero una persona muy curiosa, es solo que, a veces me canso. La gente se cansa a veces, o se aburre. Son esos momentos en que ves llegar al policía de King y, en vez de luchar, juntas tus muñecas y le dices, necesito un rato en la celda.
Al fin y al cabo, creo que esa celda, ese reducido espacio vacío no es completamente malo. Después de todo, si tienes una armónica, puede resultar recreativo o placentero.
Me gustaría estar un poco más seguro de mí mismo, me gustaría no tener siempre estas dudas revoloteando como moscas o mariposas a mi alrededor, mas, ¿Qué hago con esta humanidad, con esta cáscara que acepto y habito, pero que me escuece a ratos?
Tal vez todo esto sea solo algo pasajero, algo a lo que no deba darle tanta importancia, pero por hoy, la verdad, no me importa estar al fondo de la celda tocando mi armónica, con una canción de Sui Generis o Jarabe de Palo.
Comentarios
Publicar un comentario