Movimiento y creación

 

   La hoja pareció secarse durante estos últimos meses. me disculpo por mi ausencia, pero han sido meses muy ocupados y repletos de creación en otros ámbitos. Como comentaba en la primera entrada de este blog, lo que me motivó a iniciar esta exploración fue el experimentar con la escritura de no ficción, pues no había podido avanzar mucho con otros proyectos que corresponden a la ficción.

   Bueno, esos proyectos han vuelto a ponerse en marcha, y a su vez, también ha vuelto a ponerse en marcha mi vida en múltiples aristas, aún con el actual contexto mundial. Ahora bien, el resultado de todo este movimiento ha sido el avance de una novela en la que llevo trabajando por muchos años, y que, lo que me resulta curioso, ha seguido pasos similares a los que he tenido que dar en mi vida personal. Esto me lleva a pensar en la magnitud de la actividad creativa, cómo nos envuelve en cuanto somos humanos, escribiendo al mismo tiempo nuestra propia historia, la que alimenta nuestras ficciones, que nos sirven como un medio para corroborar nuestro crecimiento, nuestro avance y retroceso.

   Porque no siempre avanzamos, y a veces olvidamos que el movimiento implica también un necesario retroceso a veces, el cual, casi siempre, nos resulta desgarrador; nos rompe, nos fractura, y, cual si fuésemos un hueso gigante, debemos volver a soldarnos, y las marcas quedan ahí.

   Esas marcas son las que miramos cada vez que creamos, cada vez que nos recreamos, y de verdad mi actual proyecto me ha dado varias veces bofetadas de realidad en la cara, en la mejilla ficticia de este ser ficticio de tinta, ya que me ha mostrado reflexiones y conclusiones que el camino había dejado, pero que no fui capaz de ver si no hasta ahora, soldaduras, cicatrices, fragmentos de mí que viven dentro de esos personajes.

   Mi trabajo me ha llevado a hacerme una pregunta con mucha frecuencia el último tiempo, puesto que he tenido que explicar, enseñar, guiar a mis alumnos en este camino que es la creación literaria. Y mi pregunta es ¿qué se necesita para empezar a crear?

   Es una pregunta muy amplia, que mis alumnos han intentado responder, que he podido ver con sus asomos de respuesta en cada uno de sus trabajos, donde puedo encontrar semillas de ideas, inicios a veces borrosos, y otros brillantes.

   Justamente he estado pensando en la idea para un cuento, que ha surgido de una conversación cotidiana; una sola frase disparó mi mente hacia la profundidad, porque, muchas veces no hay que escarbar tanto más para encontrar una idea válida o valiosa, a veces están ahí, frente a nosotros, esperando a que todas nuestras soldaduras vibren, tocadas, adoloridas ante una palabra, o una oración.

   Creo que ese es el germen del big bang, la mezcla entre la cadencia irregular e incomprensible de la vida, y nuestras heridas, nuestras preguntas internas.

   Siempre trato de dejar claro a mis estudiantes que una historia debe tener en el centro una pregunta, una duda que remueve e incómoda, pero que conecta nuestras cicatrices con las de alguien más. Eso es lo que debemos buscar, tanto al leer como al escribir.

 

                                                          Y tú, ¿Qué crees que se necesita para empezar a crear?

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